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sábado, 4 de enero de 2014

De dosmil y catorce



Y entonces llegó Sabina y dijo:

MANGA POR HOMBRO

Sancionar la inocencia del culpable,
desaprender el código aprendido,
quitarle la razón al razonable,
dormir con la mujer de su marido.
Almacenar sustancias inflamables,
cultivar el silencio y el ruido,
pintar de azul los días laborables,
exhumar las memorias del olvido.
Hacerle carantoñas a la suerte,
subir de tres en tres las escaleras,
repoblar con sirenas los pantanos.
Matar al cristo de la mala muerte,
bailar alrededor de las hogueras,
manga por hombro, como los gitanos.

Un buen pedazo de mí se ha llevado este año. Vaya cantidad de cambios... y todo para acabar en el lugar y la situación donde empecé. Quién me lo diría. 
El mundo está hecho una mierda y siento que no tengo más papel que el de espectador, siento que es inútil luchar... pero me han abierto los ojos personas y palabras: aprender y aprender, llegará un futuro en el que me sienta útil de verdad (y este inherente sentimiento de culpa se disipe).
Desde el punto de vista egocéntrico, pues que me quiten lo bailao. Empiezo desde cero, con calendario nuevo y todo, tengo los medios para estudiar lo que quiero de momento y tengo las ganas de hacer cosas que antes veía trabadas, aunque no el dinero aún (pero llegará). Voy ligero, y cuento con mis cositas y mis (aunque ahora piquen un poco) agridulces momentos de melancolía.
Un buen pedazo de mí se ha llevado este año, pero como la maravillas botánicas del fantástico e introvertido Lupus, me siento creciendo. Se ve un año por construir, pero por ahora, y así debe ser, me alegro de que esté todo manga por hombro.

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