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jueves, 19 de diciembre de 2013

De lluvia y fin



Finalizo "El último de la fiesta", de Carlos Marzal. Días de inquietud y consuelos, sacando partido a la relativa soledad de un día lluvioso y murciano. Resalto: "LOS COMBATES COTIDIANOS". Lectura imprescindible, sueño con una librería llena de todas estas viñetas que leo prestadas y se esfuman... Te dan el privilegio de recordar (sensorialmente).

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Ya ves; eso es lo que te aguarda, si te marchas,
y lo que aquí te espera no es mejor.
Conoces de antemano cuál será tu conducta:
sopesarás los dos ofrecimientos que posees
-la despoblada soledad de una fiesta ya extinta,
la habitual afrenta de estar solo contigo-
y antes de encaminarte hacia la casa
apurarás la noche un poco más.
(Un poco más, a estas torpes alturas de tu vida,
no puede ser muy malo.)
La fiesta ha terminado. Y aquí viene la luz,
la vieja hiena.

Has apurado el plazo
que la noche te había concedido,
y a quien la luz ha de traer
ya lo conoces.
Si vuelves hacia casa, con tus pasos
volverán sus pasos. Y a tu fatiga
su fatiga habrá de acompañar.
La fiesta ha terminado y queda su enseñanza:
como una vieja deuda contraída,
nada hay más imposible que escapar de nosotros.
Ya se aproxima el alba, y nadie ignora
que todo plazo acaba por cumplirse,
que toda deuda acaba por pagarse.

martes, 10 de diciembre de 2013

De punto y casi

EL ÚLTIMO DE LA FIESTA

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Has apurado el plazo
que la noche te había concedido,
y a quien la luz ha de traer
ya lo conoces.
Si vuelves hacia casa, con tus pasos
volverán sus pasos. Y a tu fatiga
su fatiga habrá de acompañar.
La fiesta ha terminado y queda su enseñanza:
como una vieja deuda contraída,
nada hay más imposible que escapar de nosotros.
Ya se aproxima el alba, y nadie ignora
que todo plazo acaba por cumplirse,
que toda deuda acaba por pagarse.


Carlos Marzal

domingo, 8 de diciembre de 2013

De diecisiete y veintidós



EL ÚLTIMO DE LA FIESTA 

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Aquí, con convicción, ya nada te retiene.
Suena de nuevo idéntica la música
y no es fácil andar sobre el untuoso suelo del local.
Ha pasado la hora de raptarse alguna compañía
con quien querer fingir la noche inacabable,
y te será mejor no recurrir
a invitados finales,
errante cada cual en su constelación,
rezumando bebida como paredes húmedas,
dispuestos a cualquier confidencia extemporánea.

Es infame el lugar. Tal vez lo fuera siempre;
pero hasta hace poco era el teatro
idóneo para tus intenciones.
Se trataba de malgastar el tiempo,
uno más entre la turbadora clientela,
regresando al sabor bronco de noches apuradas,
de ti mismo perdido y encontrado.
El azar nos otorga reductos alejados de la severidad,
momentáneos reinos en donde nadie trata
el enojoso tema de la vida,
no importa si a conciencia o ignorantes
de que la vida huye al ser nombrada.
El azar nos obsequia y el azar nos despoja.

Así te ocurre ahora: la fiesta ha terminado,
y con la fiesta terminó el hechizo.


Carlos Marzal


Domingo literal que se cree sábado pero que no puede quitarse su apestoso olor litúrgico de sin sentido. 

De noches y fiestas



Muy grande esto que voy a poner aquí. Carlos Marzal, "El último de la fiesta". Me considero un "grupi" total y espero que entendáis por qué. Son cuatro partes, aquí va la primera, para paladear, claro y conciso.

EL ÚLTIMO DE LA FIESTA

1
Deberías marcharte. La fiesta ha terminado.
Helada y sucia ya se anuncia el alba
con su oscuro cortejo de presagios.
Tendrías que acostarte, huir de este lugar
antes de que la luz te restituya
esa imagen de ti que ya conoces,
indefensa a tus ojos, lastimosa.

Has tocado por hoy el fondo de tu noche:
las ropas no guardan la corrección de unas horas atrás
y tu lengua está torpe,
has empezado a hurgar en la memoria
y ya no hay quien te fíe.
lo más sensato ahora sería retirarse.



Espero que estén pasando un bonito puente


miércoles, 4 de diciembre de 2013

De... más bien poco



De dormir y leer

Dormir es ahora la inversión mas inteligente para aprovechar mañana. Menos realidades virtuales y más crecer, no sé qué hacen leyendo esto señores.



UNA MUJER ENFERMA


Detrás de una canica
                           azul como una pérdida
corren las manos ávidas de un niño.
Como una inacabable fortaleza
                             descansan los fascículos
ordenados por precios, por tamaños,
                                                           alrededor de un quiosco.
La calle entera 
es un revoloteo de pies apresurados,
     un murmullo de adioses asentándose
           en el eco lejano de la tarde.

Una mujer observa con dos ojos de niebla.

La tarde bulliciosa va tomando la forma
                                                    de un sueño por cumplir.
Ella piensa: Las sombras de los árboles
                        se parecen a los versos de Whitman
                         porque siguen creciendo eternamente.

Nunca ha tenido dioses,
no ha sentido
      ese amargo deleite de la confianza ciega
ni la necesidad de una certeza
      a cambio de su alma.

Hasta ese mismo instante
había estado vacío el cajón de su miedo.
Y de pronto un latido
                     íntimamente puro
le desvela una noche más escuálida
        en medio de una tierra más desnuda.

Ella recuerda cómo brillan los alacranes
a mediodía en verano,
majestuosos y erráticos
                              como ídolos aztecas.

Justo entonces comprende
la razón de Walt Whitman.
Y comienza a creer
    en ese dios magnánimo y pagano
    que está vivo en sus pies,
    en sus axilas,
    en la hierba mojada,
    en cada ocaso claro como una madre encinta,
    en sus ingles de barro
           y en el recuerdo vivo de todo lo que ha amado.


Raquel Lanseros ("Los ojos de la niebla")

domingo, 1 de diciembre de 2013

De playstation y catástrofes


Entrada dominguera, escape cotidiano al estudio y a la lista de cosas que se supone que tengo que hacer. Mucho viento, mucho frío. ¿Qué salva entonces a este domingo de todos los demás? Nada, absolutamente nada, ni siquiera la aburrida comida familiar que me espera en unas pocas horas.

Lo único, quizás, es el descubrimiento (poco a poco) de esta uruguaya, Cristina Peri Rossi, y su poemario "Playstation". Imaginad, buscando no sé qué en las estanterías poéticas de la biblioteca (bastante difusas, que me abruman y me hacen sentir bastante pequeñito) me encuentro con 80 páginas de poemas titulados así. A la saca. En realidad, nada tiene que ver el significante con el significado, pero sí con la idea de que la partida está echada, del "refugio adictivo que nos consuela de nuestros fracasos".

Buen domingo ecléctico a todos (guarden la liturgia para otra vida).





FIDELIDAD

A los veinte años, en Montevideo,  escuchaba  a Mina
cantando Margherita de Cocciante
en la pantalla blanca y negra de la Rai
junto a la mujer que amaba
y me emocionaba

A los cuarenta años escuchaba a Mina
cantando Margherita de Cocciante
en el reproductor de cassettes
junto a la mujer que amaba,
en Estocolmo,
y me emocionaba

A los sesenta años,  escucho a Mina
cantando Margherita de Cocciante
en Youtube, junto a la mujer a la que amo,
ciudad de Barcelona
y me emociono

Luego dicen que no soy una persona fiel.

("Playstation")



La pasión

Salimos del amor
como de una catástrofe aérea
Habíamos perdido la ropa
los papeles
a mí me faltaba un diente
y a ti la noción del tiempo
¿Era un año largo como un siglo
o un siglo corto como un día?
Por los muebles
por la casa
despojos rotos:
vasos fotos libros deshojados
Éramos los sobrevivientes
de un derrumbe
de un volcán
de las aguas arrebatadas
y nos despedimos con la vaga sensación
de haber sobrevivido
aunque no sabíamos para qué.

("Babel Bárbara")