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jueves, 10 de octubre de 2013

De cosas, simplemente


Quiero hacer en esta entrada una reflexión personal (que no original, ya veréis) sobre la poesía, o al menos sobre una parte de ella. Y por supuesto quiero dejar claro que no tengo ningún estudio académico sobre ella ni nada por el estilo, simplemente expongo lo que he pensado tras leer a varios e intentar expresarme yo. 

Hace unos meses me impactó la persona de Alberto Caeiro, uno de los pseudónimos que usaba Fernando Pessoa. Su poesía era algo que no había visto nunca, era de una claridad extrema, un boicot al pensar y una invitación a sentir por el mero hecho de la belleza del sentir. "Yo no tengo filosofía: tengo sentidos"

Claro, en realidad de eso se trata, no? ¡De vivir! ¡De sentir! ¿Cómo vamos a escribir lo que no se puede escribir? La poesía es un disfraz que le ponemos al sentimiento, un envoltorio visible y perceptible, que da la idea de lo que hay dentro, con una precisión a veces impresionante, pero que no es la materia prima en absoluto.

Aquí es donde me vino de golpe lo de "El poeta es un fingidor", que también lo dijo Pessoa. 

El poeta es un fingidor


El poeta es un fingidor.
Finge tan profundamente
Que hasta finge que es dolor
El dolor que de veras siente.
Y quienes leen lo que escribe
Sienten, en el dolor leído,
No los dos que el poeta vive,
Sino aquél que no han tenido.
Y así va por su camino,
Distrayendo a la razón,
Ese tren sin real destino
Que se llama corazón.



Yo, al escribir, finjo un sentimiento artificial a partir de mi recuerdo, de mi pensamiento. El sentimiento que expreso en mi poesía no es sino el envoltorio artificial que yo creo para intentar cuantificar el sentimiento bruto e inexpresable. La persona que lee... digamos que si le gusta el poema, siente algo sólo aproximado. ¿Hasta qué punto podemos fingir? Me asusté cuando me di cuenta de la cantidad de mentiras que se pueden crear. De la distancia entre una vivencia y la lectura de un poema. ¿De verdad Neruda estuvo tan triste esa noche? 


El impostor

¿Qué beso fue su beso?
¿El que te dió?
¿O el que luego escribió
que te había dado?



Álvaro Salvador



En fin, pajas mentales fruto de un cuatrimestre un tanto light. Dejo mi pequeña creación a continuación y eso, si alguien quiere opinar (aunque no sé siquiera si esto se lee) que lo haga, me encantará y estaré super agradecido.

II

Un colchón en el suelo,
Noches de amor y paz.
No pienso, no soy
Nada más que lo que soy
Y lo que siento.

El tiempo, el recuerdo,
Sobre todo la soledad
Crean la mentira.

1 comentario:

  1. Hola,
    no sabría bien qué comentar, me siento muy identificada con el poema. Todo esto me recuerda a teatro, a las clases que estoy teniendo, como una nueva parte (fascinante) de mi y de lo que se puede llegar a hacer con el teatro, que empiezo a conocer. Que todo se trata de eso, de usarse. Crear tu personaje para protegerte, pero que él viva las emociones sin límites y reales, sí, que lo puedan machacar sin tú salir herido.
    Yo nunca traté de inventar cuando escribía, aunque quizá lo hice sin darme cuenta. Para mi eso era mentir, pero creo que no, que tenemos ese derecho a la imaginación, que si sabemos cómo usarlo puede crear cosas maravillosas. No se llora de mentira cuando una película te emociona.

    Leí la entrada hace unos días y quería comentarte para que supieras que se lee, y que me encanta leerte, pero no sabía que decirte. Hoy me puse a escribir para mi y creo que me inspiraste, tenía todo esto en la cabeza. Te nombré en la posdata. http://maremotoazul.blogspot.ca/ Gracias! Y un abrazo grande!


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