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sábado, 1 de junio de 2013

Rojo oscuro y hombreras de lego

Días y noches de amor y de guerra. No hay más verdad que esa. ¿De qué narices dependerá la balanza? 



Dejando esto a un lado, está muy interesante el panorama por aquí, la verdad. Tengo un festival a 30 segundos de mi casa (cuando digo festival me refiero a un escenario montado, sombrillas y mesas y puffs y puestos de cerveza, todo al aire libre). Escucho a jóvenes tocar por la ventana. Violas, flautas traveseras... En cuanto escuche algo que me llame la atención, simplemente bajaré, fuck yeah. 
Hay varias exposiciones bastante interesantes abiertas por las que tengo que pasarme pronto, algún día de paso, y hay mucha gente por la calle, de día y de noche, llueva o truene. Los estudiantes internacionales acaban sus días aquí y quieren aprovechar al máximo. Hay ambiente. 

Y a parte de eso, pues luego están los estudios y me cago en la leche vaya ganas... pero en fin. Motivación in crescendo.


Jose María Álvarez es un poeta consolidado de Cartagena, casi paisano. Lo descubrí hará unos meses y casi todo lo que he leído de él me ha encantado. Aquí os dejo un poemilla suyo, y os insto a adquirir su único libro "Museo de cera" 
Argent vivo

                            ¡Qué vida más tranquila parece llevar mi familia! 
                                                                                                 -pensó Gregorio
                                                                                                          Franz Kafka

                                                                  La voluntad y los apetitos... ah!
                                                                                                     Edmund Burke

¿Lo recuerdas? Tuvimos
la Luna en la palma de la mano.
Nunca otra vez la música
de aquel tambalillo de la playa
volverá a hacernos bailar,
ni, sin que nosotros lo escuchemos,
a crujir el mundo volverá.
Volverá tu marido, no es mal tipo,
en su jardín tu aburrimiento a colgar,
y el calorcillo que alumbra entre tus muslos
¿a quién llamará?
Quizá otros brazos y otros besos
profundamente sentirás,
y tu marido y yo quizá acabemos
bebiendo solitarios en un bar,
haciéndonos amigos; como es lógico
evocarte nos unirá.
Pero recuerda, como yo te he leído a Scott Fitzgerald
nadie te lo leerá.



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